Pulso la pantalla oscura. Se abre la ventana. Empiezo a escribir sin punto de retorno. He de escribir palpando los restos de lo sentido, de lo malvivido. En crudo, sin repaso, sin reposo. Todo, todo, absolutamente todo, es Improvisación. Sí, mis palabras tratan de explicarse en el idioma de mis vísceras. ¿ He de pensar en quienes vayan a leerlas, y así, vestir o desnudar, retocar o disimular, esconder u oscurecer? No. Lo que siento es parecido a lo que no siento. He de buscar, cueste lo que cueste, un verso de sangre o veneno, que me distancie, que me proteja. Que me oculte a los ojos de lo Absoluto. Dime, Amor, ¿ eres humano?
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